La avenida Juan B. Justo, que un sábado cualquiera suele ser un corredor de tránsito pesado y comercios abiertos, se transformó en un campo de tensión minutos después del empate entre Atlético y Rosario Central. Los colectivos que transportaban a los hinchas visitantes comenzaron a circular por la zona, y lo que debía ser una salida ordenada se convirtió, según testigos y autoridades, se transformó en una serie de incidentes que todavía generan versiones cruzadas.

Ayer, durante la mañana hubo una cumbre de la cúpula policial con el ministro de seguridad Eugenio Agüero Gamboa y el gobernador Osvaldo Jaldo a la cabeza. El jefe de Policía, Joaquín Girvau, fue tajante en su balance. “Quiero responderle a esa cuenta de Rosario Central: el que cubrió es un sinvergüenza. Yo estaba a cargo del operativo en el lugar; ellos querían que la hinchada hiciera lo que quisiera en Tucumán. Venían a una fiesta de beberaje en la tribuna. Se les secuestró bebidas en gran cantidad; pasaron como chiquitos de jardín de infantes a la cancha”, señaló.

Girvau insiste en que la organización policial funcionó a la perfección. “Teníamos todos los grupos de Infantería, un corredor seguro en el pasaje Atlético… Los vecinos estaban afuera cuando salió la hinchada. El que originó problemas terminó detenido. Hubo cinco detenidos: uno con prohibición de ingreso a estadios y cuatro por resistencia a la autoridad”, explicó.

La versión oficial

El ministro de Seguridad, Agüero Gamboa, respaldó el operativo y detalló los pasos previos al ingreso. “En el puesto fronterizo requisaron bebidas alcohólicas, armas blancas y algunos baguyos de marihuana. Luego llegaron a la zona de la cancha y pasaron por cinco anillos de seguridad antes de entrar. Todo se desarrolló con normalidad, salvo unos pequeños inconvenientes al final, pero no durante el ingreso ni el partido”, señaló.

Ambos funcionarios coinciden en negar un enfrentamiento directo entre las dos hinchadas. “Jamás se cruzaron. Si se llegaban a cruzar, todavía seguimos ahí”, insistió. “Fueron dos colectivos que, al retirarse, descendieron y agredieron al personal de Infantería. Se respondió y se los hizo subir para que se fueran a su provincia”, dijo Agüero Gamboa, quien recordó que fueron 15 colectivos los que llegaron desde Rosario. También contó que hasta el momento hubo dos denuncias: una por robo y otra por daños a un vehículo estacionado en la Juan B. Justo y Bolivia.

RESTOS. En la avenida todavía se pueden encontrar algunos restos de vidrios. Analía Jaramillo/LA GACETA.

Los vecinos, otra historia

Sin embargo, la mirada de los comerciantes y frentistas de Juan B. Justo agrega matices. José Luis, dueño de un local en la zona que prefirió no dar su apellido por temor, dijo que temprano pasaron todos los colectivos custodiados, pero a la tarde pasaron cinco sin custodia. “Unos chicos de 10, 13, 15 años empezaron a tirarles piedras. Les reventaron todos los vidrios. Un colectivo paró enfrente, con los vidrios destrozados, y bajaron hinchas de Central. Vinieron hacia el bar, cerramos la puerta. Me tiraron una silla plástica contra el vidrio”, dijo.

Para él, el desvío fue clave. “Estos cinco colectivos se salieron del recorrido pactado. Acá, en Villa 9 de Julio, hay muchos hinchas de Atlético. Si pasás por acá, pasa lo que pasó. El fútbol tucumano no está preparado para visitantes. No es el operativo, es la gente. En otros deportes, la gente convive. En el fútbol, no”, indicó.

Betina Fernández, otra comerciante, coincide en que hubo un momento sin control policial. “Los primeros tres colectivos pasaron con mucha policía. El resto, sin custodia. Hubo piedras, se bajó gente de los colectivos, hubo peleas. Tuve que hacer entrar a mis clientes; también rompieron autos particulares. No entiendo por qué los sacaron por el medio de la ciudad, cuando saben que por Chile y Bolivia baja toda la hinchada de Atlético”, explicó.

Betina Fernández fue una de las vecinas que habló sobre la sucedido en la noche del sábado. Analía Jaramillo/LA GACETA.

Milagro Serrano y Aylen Jali, empleadas de una heladería cercana, también vivieron la tensión. “Empezamos a escuchar los piedrazos. Mucha gente corría, había criaturas llorando. Bajamos las persianas. Tiene que haber más control. Los colectivos pasaban solos y la Policía al final”, relataron.

Milagro Serrano y Aylen Jali estaban trabajando al momento de los incidentes en la Juan B. Justo. Analía Jaramillo/LA GACETA.

El cruce de versiones

Mientras la Policía afirma que hubo “un corredor seguro demasiado bien armado” y que la parcialidad visitante fue acompañada hasta salir de la provincia, los vecinos insisten en que al menos cinco colectivos quedaron fuera de ese esquema. “Lo que rompieron motos o autos no lo sabemos; necesitamos denuncias. Los videos que circulan son cortos y no prueban un cruce de hinchadas”, dijo Agüero Gamboa, quien subraya que se destinaron 500 agentes. “El operativo fue exitoso”, dijo. Reconoce dos denuncias: un vehículo roto y un robo. También habló sobre una filmación compartida por un dueño de un local comercial que está ubicado en la esquina de Juan B. Justo y Bolivia. “Desconocemos ese video. Es un objetivo de investigación; es muy cortito. Cuando hay videos, se ven las piedras y muchas veces los vidrios rotos… Nosotros desconfiamos de ese video, pero no tenemos ningún tipo de denuncia con respecto a estas piedras”, agregó.

El trasfondo

Más allá de los daños y las corridas, hay un antecedente que sobrevuela: la “pica” entre hinchas de Atlético y Rosario Central. Betina lo resume: “Sé que con Central siempre hubo una ‘pica’, pienso que con los otros se cuidarán más, pero no entiendo por qué los sacaron por el medio de la ciudad. Si saben que por Chile y Bolivia, baja toda la hinchada de Atlético. Hace 27 años que veo eso, y ellos no lo van a saber”, se preguntó.

José Luis recuerda tiempos más bravos. “Hace 20 años, cuando había visitantes, con San Martín se armaba siempre. Piedras, tiros, peleas. Después, eso desapareció. Lo de este sábado fue como volver a esos años”, indicó.

Así llegaron los colectivos de Rosario Central. Foto tomada de X @info_1889.

Para los funcionarios, sin embargo, la comparación no corresponde. “Tucumán no es Rosario. El que viene se tiene que regir por nuestras normas. Queremos la paz social y que todo sea un espectáculo”, insistió Agüero Gamboa.  “En la salida, salvo dos colectivos, cuando se estaban retirando, descendieron de los colectivos y agredieron al personal de Infantería por lo que respondimos y se fueron a su provincia”, remarcó, sin dar demasiado detalles.

El saldo

Cinco detenidos, dos denuncias formales, varios vidrios rotos y un debate reabierto sobre la conveniencia de habilitar visitantes. La Policía reivindica el operativo, los vecinos hablan de descontrol parcial y los comerciantes lamentan pérdidas y sustos. Entre las dos orillas, la avenida Juan B. Justo sigue mostrando, en pedazos de vidrio sobre las veredas, que algo pasó.

Lo que para las autoridades fue “un operativo exitoso”, para quienes estaban ahí tuvo otro color. Y aunque las piedras ya se barrieron y las manchas de sangre ya se limpiaron, la discusión sobre el fútbol con visitantes en Tucumán seguirá rodando, como una pelota que todavía nadie ataja.